Después de la tormenta… regresaba la esperanza
- Isabel Alanís
- 2 jun 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 31 mar 2021
Después de la perdida de nuestro bebé, esperamos los 6 meses reglamentarios cuidándonos con el ritmo y la abstinencia, aunque en el seguro me insistieron muchísimo en colocarme el DIU, hablaron conmigo como tres enfermeras y enviaron a alguien de trabajo social porque me negué en todo momento, mi respuesta fue que no lo quería en ese momento, que hablaría con mi esposo y mi ginecólogo particular para decidir el método que más se acomodara a nuestras necesidades (francamente fue molesta tanta insistencia de su parte y que se mostraran enojadas cada vez que les decía que no, incluso me dijeron - ¿Quieres que te pase lo mismo otra vez? Eso me molesto bastante). En esos seis meses la verdad no quería saber nada del tema, ni siquiera estaba segura de querer volver a intentar un embarazo pues tenía mucho miedo de que pasara lo mismo o algo peor. Conforme el tiempo pasó fue regresando la ilusión de tener un bebé pero aun así no era como que quisiera buscarlo con mucha intensión, si pegaba chicle bien y si no, pues ya sería después. Y así hubo varias veces que pensé que podía estar embarazada y al hacerme una prueba casera salía negativa y nos daba mucha tristeza, pero confiábamos en que un día daría positivo. Pasaron prácticamente dos años desde el procedimiento, cuando tenía 6 días de retraso y estaba con los nervios de punta porque presentaba el SPM (síndrome pre-menstrual: ya saben bubis hinchadas, adoloridas, dolores en la cintura-cadera y ligeros cólicos). Anteriormente y después de tantas negativas quedamos en el acuerdo de que la próxima vez esperaríamos 7 días de retraso antes de hacer una prueba, pero no resistí pues ya había esperado más tiempo que otros días y por los malestares tenía miedo de que pasara algo malo con mi bebe si es que estaba embarazada, así que lo que quería era saber si necesitaba correr al ginecólogo.
Ese día mi esposo salía de trabajar por la mañana y yo había pasado muy mala noche, así que le llame por teléfono para platicarle como me sentía y preguntarle si podíamos hacer la prueba antes, total solo faltaba un día y yo ya no podía con mi angustia. Llegó con la prueba –Traje la que me dijeron que era la mejor en la farmacia – (trajo la Clearblue) y yo corrí al baño, fueron los minutos más largos y apareció – Embarazada – y yo sentía una emoción contenida porque seguía un relojito y no aparecían las semanas y pensé –esta cosa ya se descompuso, seguro no sirve- luego apareció 2-3 (semanas) y juro que no sabía que hacer ¿Qué tal si era un falso positivo? Salí de baño con la prueba, entré al cuarto en el que mi esposo estaba recostado esperando, muerto de cansancio y supongo también de nervios, le entregue la prueba y me fui al otro lado de la cama –¡¿ Estas embarazada?! - - Pues eso dice- y yo aguantando la sonrisa nerviosa. Se paró, nos encontramos al frente de la cama y me dio un fuerte abrazo con una sonrisa enorme… comencé a llorar. Yo sentía tanto miedo ¿Por qué mis malestares? ¿Y si pasa lo mismo? ¿Y si lo pierdo?


Platicamos un rato sobre todo esto y entre risas y llanto acordamos que iría al ginecólogo ese mismo día, lo más temprano posible y así fue. Descubrí que tenía #5semanas de embarazo y tenía un ligero desprendimiento por lo que fue necesario que además de mis vitaminas prenatales, tomara progesterona, guardara reposo y no hiciera nada de esfuerzos. Yo seguía con emociones encontradas pero decidida a hacer lo que fuera necesario para que esta semillita naciera.

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