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Herencia

  • Foto del escritor: Isabel Alanís
    Isabel Alanís
  • 8 jun 2021
  • 2 Min. de lectura

Mi madre decía que la mejor herencia que podía dejarme era la educación, y ambos trabajaron muy duro para que yo lograra tener una carrera universitaria. Para ellos fue una satisfacción muy grande verme graduada y claro que se sintieron orgullosos de mí, y estoy segura que de ellos mismos también por haber logrado su objetivo.


Ahora yo, desde una perspectiva un poco distinta, creo que la mejor herencia que puedo dejar a mi hija son experiencias.



Estoy sumamente agradecida con mis padres pues sé que hicieron lo que creyeron que era mejor para mí, como ahora lo hago yo con mi hija.


La universidad fue la mejor etapa de mi vida, porque estuvo llena de experiencias, de libertad, de perspectiva, de decisiones. A partir de ahí vi la vida con otros ojos y eso es lo que más agradezco, gracias a ellos y a todos sus esfuerzos, tuve la oportunidad de vivir eso.


Pero la educación como la conocemos: “la escolarización” no es la única forma. Las experiencias te regalan cantidades enormes de aprendizaje y conocimientos. He descubierto una nueva mirada hacia la educación y es por eso que las vivencias diarias han cobrado para mi más importancia que cualquier otra cosa.


Un día vamos a ir a Chihuahua - Promesa cumplida


La vida práctica, las actividades del día a día son lo que nos permite prepararnos para la vida. La teoría es importante pero no sirve de mucho si no ponemos manos a la obra, además todo está en constante movimiento y actualización, y simplemente hay cosas que se han vuelto obsoletas, no se trata de quien tiene la razón sino de tratar de ver el panorama completo, ser objetivos y estar dispuestos a intentar cosas diferentes, “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.


Me siento feliz de haber nacido en la familia que nací, en ser hija de dos personas con “chip de cambio”, dispuestas a ir contra corriente, dispuestas a luchar contra las probabilidades, dispuestas a enfrentar sus propios miedos y limitaciones y esforzarse cada días por dar lo mejor de sí. No hay perfección en la crianza de un hijo, pero si hay amor, protección y cuidado no hace falta nada más. Esto sí que es la mejor enseñanza que me han transmitido y que estoy segura vale la pena trasmitirle a mi hija.

Gracias papis, los amo.


El Plus es haber coincidido con un hombre nacido también de padres con “chip de cambio”, y aunque es difícil sentir que constantemente vamos contra corriente, tenemos toda la intención de continuar y de una u otra manera trabajar por lo que creemos que es mejor.



"Las vueltas dan mucha vida" -Nutalia

 
 
 

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